Los que me seguís por redes sociales ya sabéis que ayer ha sido mi cumpleaños. ¡Sí! he cumplido uno más, que añadidos a los 41 que ya tenía pues, echar cuentas.
Mi lema es año vivido es año vencido, y siempre que cumplo años lo celebro, sobretodo con mi marido y mis amigos este año no será menos. Aunque lo importante, a veces, no son los años que has vivido, sino como los has vivido. Es verdad que yo llevaba algunos años que lo vivía, a veces como podía y, aunque con la mente siempre positiva, no fueron mis mejores años. Pero este último, ¡oh, si! este último, ha sido maravilloso, mejora de la salud, mejora de calidad de vida, andar en bicicleta, ir a París, haber trabajado,… y algunas que ahora seguro que me olvido de enumera. Quizás ha sido muy positivo de esa «mala noticia», fué la decisión de cambiar un poco mi estilo de vida, y caray, fue un buena decisión, tanto que mañana voy a probar a ir al gimnasio que hay abajo de mi caso, eso si Eva no se despista y se queda dormida toda la mañana.
No voy a negar que quizás el día de ayer, ha sido el cumpleaños más solitario que tuve en los últimos años. Estoy solita en casa, ni Tyron está para perseguirme por todas las habitaciones a las voy para hacer eso o lo otro suplicándome con la mirada que me siente en el sofá a calcetar para que pueda dormir a mis pies. ¡Quién diría que echaría de menos un perro! Que fuese el cumpleaños más solitario en casa que tuve, no quiere decir que fuese triste. Chinjo (nombre de mi móbil) no dejó de recibir notificaciones todo el día, sobretodo del whatsapp y facebook [inciso: hace años diría «qué aplicación» y «caralibro»].
Mi día comenzó como cualquier otro, levantándome, tomar el hierro, lavar la cara, tener mi momento de pensamiento en el váter (creo que se entiende), ir a pesarme, encender la tele, y desayunar mi café con las dos galletitas de turno. Me duché y me fui a tomar un café con Eva (que como no se quedó dormida logró venir al gimnasio). Después del café me dirigí caminando a la cita médica, porque este fin de semana me picaron unos bichos malos que me hicieron una reacción malísima. Si, señoras y señores, el día de mi cumple tuve que ir al médico por culpa de unos insectos rabiosos. Después de pasarme por la farmacia para recoger la medicación recetada y que la chiquilla que me atendió me anunciara que la cremita con cortisona no entraba en el seguro. Gracias doctora por avisarme de antemano. Al llegar a casa, volví a encender la televisión que a esas hora me gusta ver el debate político de turno, así soy yo de masoca, porque la mayoría de las veces te ponen de un humor de perros (aunque no entiendo esta expresión, ya que los perros suelen tener buen humor). Ensalada de pepino (ración de verdura), con atún (ración de proteína) y la ración de los farinaceos los obvié que no sabía que ponerle. Una manzanita de la huerta de mi mamá de postre (ración de fruta).
Después de la siesta, algo que no perdono en mi rutina diaria. Me preparé para irme al trabajo. Ahora se me da por maquillarme un poquito, y para la ocasión me puse unos labios rosas claros. En el descanso, invité a los compañer@s a unos refresquitos con unas patatitas. Se sorprendieron, porque como solo llevamos tres días juntos no sabían que era mi cumple.
Al terminar la jornada, quedé con otra amiga que vive en el pueblo donde trabajo ahora. La cosa es que es una amiga de hace muchísimos años, de esos años locos de la adolescencia y juventud, donde compartimos muchas cosas, pero por azares de la vida y que cogimos caminos distintos, sin nunca perdernos la pista de todo, dejamos de ser íntimas. El viernes pasado, en mi primer día de trabajo, me vio cuando salía del trabajo. Nos miramos con esa mirada de «¿qué haces tú aquí?». Rápidamente caí en la cuenta que yo era la nueva en el lugar, caí en la cuenta de que ella vivía allí. Rápidamente nos fuimos a tomar un café. Hay relaciones que se enfrían, pero al momento sabes recuperas todas las sensaciones buenas que te aportaba esa persona (y eso que en su tiempo no siempre fuimos buenísimas). Ayer, la invité a un café, y cual fue mi sorpresa cuando apareció con un precioso ramo de rosas amarillas y blancas, las rosas amarillas a mi me encantan, son mis favoritas (junto con las color vino tinto), y las blancas, huelen siempre tan bien. Me tuve que comprar un florero. Muchas gracias Mar.
De vuelta a casa, justo cuando entraba por la puerta, con el aliento de haber subido dos pisos a una velocidad algo impropia, me llamó mi hermano, luego mi madre, luego mis sobrinitos me mandaron un audio, luego mi sogriña (suegra) y Fran (cuanto te he echado de menos hoy). Un pequeño directo en Instagram, tele, calceta, cama, libro y a dormir.
Un latido!
En esos tiempos mozos compartimos muchas vivencias, la mayoria nos marcaron pq eran nuevas… Eso nunca se olvida. Fueron muchos años compartiendo el dia a dia. Te quiero, eso no va a cambiar nunca. Un latido, amiga
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