Estas semanas están siendo algo raras, estoy mucho fuera de mi casa de Santiago, donde aparte, ahora son fiestas, por lo que no tengo mucho tiempo de editar una entrada bonita como quiero de las visitas de París (ni estar muy activa en las redes sociales). Me da coraje porque podéis pensar que me he olvidado de vosotros, pero no, de cierto me autoflagelo por ello. Mientras voy trabajando en la tan prometida entrada, os voy a reeditar una del anterior blog que tiene algo de sentido en lo que me está pasando estos días.
Hace 5 años que tomo que estoy anticuagulada con acenocumarol, o lo que todos conocemos como Sintrom. Cuando escribí la entrada que os voy a presentar del otro blog que tenía, estaba claro que tenía un pequeño cabreo, sobretodo debido a tener que pincharme la heparina o Clexane.
Ahora os comento que el Sintrom no es tanto engorro como parece, siempre que esté compensado, pero, si se descompensa, ya es otro cantar. Yo suelo tenerlo bastante bien, con mis 28 mg/semana, y yendo a controlarme cada cuatro semanas. También es una buena manera de ver a mi enfermero habitualmente que es un encanto y me va preguntando por esto y por aquello, es decir que se preocupa como estás, y eso es muy bueno. Pero pasa, que por una cosa u otra, en verano siempre se vuelve loco el INR. O por cambio de costumbres, horarios y dieta, aunque intento que no sea así, pero al final se vuelve loquito. O, como el año pasado, que ingresé para hacerme unos estudios, y no sé porque, se volvieron locos, y les daba bajísimo, y ¡alá clexane!. Luego yo me fijaba que me daban una dosis bajísima, y le dicía que tomaba más, pero claro ¡qué voy a saber yo con cuatro años que llevo tomándolo así!
Este año me he decidido a sacar unos bultitos de grasa que tenía en la cabeza. Llevaban años siendo mi compañía, pero todo el mundo preguntaba, así que al final me decidí. Y ¿qué pasó? pues que tuve que retirar el Sintrom y pincharme la heparina, (en verano por variar). Ya voy a llevar una semana, y mi barriguita vuelve a estar con moratones. Este año no hace mucho tiempo de playa, por lo cual no va parecer que mi marido usa mi barriga como saco de boxeo.
Entrada publicada en «Diario de un Fontan» el 3 de julio de 2013
Y al fin llegó a mi vida el Sintrom. Me negué un par de veces a que me pautaran tal tratamiento, que si había opciones al mismo, lo prefería, así que hasta hace poco menos que una semana iba tirando con el ácidoacetilsalicídico, vamos, la aspirina de toda la vida, pero eso ya parece ser que no llega.
Os preguntareis porque me negaba a tal tratamiento, muy fácil, soy desastre con las pastillas. Y ahora no tanto, gracias un aparato llamado móvil, al que le puedes poner miles de alarmitas con miles de notitas, que si no, uffffff.
Aún no sé si la calidad de mi vida mejorará con el Sintrom. Llevo muy pocos días, y todos ellos pinchándome Clexane. El cardiólogo solo dijo que el me daba cuatro, y ya llevo unas cuantas más. Bueno, se lo puedo perdonar por guapo. Aún así, la dosis aún no está ¿compensada?, la verdad no encuentro la palabra, así que ahora mi barriga, parece la de un yonqui, llena de pinchacitos y moratones. Me lo podría tomar con humor, como todo, pero odio los pinchazos subcutaneos (e intramusculares). Me lo podría tomar con humor, pero he tenido que aprender a autoinyectarme, porque vivo sola. Me lo podría tomar con humor porque solo es mientras la dosis de Sintrón no sea la adecuada, pero en cualquier momento se puede descompensar y volver a tener que autopincharme la dichosita heparina. Si, me lo podría tomar con humor, pero no me dá la gana porque aún estoy cabreada. Ya no era yo de querer Sintrom, pero sabiendo esto, … menos. De todas formas no me queda otra, ya estoy dentro, ya tomo Sintrom, ya estoy anticoagulada.
¿Sabeis cómo he llegado a esta situación?, con la operación del cambio de marcapasos. Una operación para reparar un marcapasos cuyo cable no iba bien, me ha llevado a que pertenezca al club del Sintrom.
Un latido!
Deja una respuesta